SEMBLANZA DE DOÑA MÉLIDA MATILDE MINAYA DE CRESPO
Se me ha concedido el gran privilegio de presentar a ustedes, a través de esta semblanza, a una mujer que ostentó el más sublime y noble de los dones: el don de ser Madre, el don de ser copartícipe de Dios en la dación de vida.
Hija de Don Zoilo Minaya y Doña Sixta Núñez, era la tercera de una familia de 7 hermanos.
A la edad de 20 años se casó con el señor Manuel Antonio Crespo (Carpín), con quien procreó 10 hijos.
Diez hijos que constituyeron su fuente de inspiración para enfrentar los retos y desafíos de la vida, para seguir adelante cuando el amor del esposo, el cariño y la orientación del padre no estuvieron presentes.
Estos hijos son:
• José Agustín (Joseíto), fallecido hace 29 años. Joseíto se inició en la vida laboral como administrador de la Compañía Álvarez Bogaert; pero sentía como suya la opresión que vivía la patria en esos tiempos y asumiendo como propias las palabras de Maximiliano Robespierre que dicen: “se puede abandonar a una patria dichosa y triunfante; pero amenazada, destrozada y oprimida, no se le deja nunca, se le salva o se muere por ella”.
Y marchó, dispuesto a ofrendar su vida a la guerrilla de Manaclas, junto a Manolo Tavárez Justo. Más tarde estuvo en el exilio y aprovechó su estadía en Francia haciéndose Lic. en Economía Política.
• Melba, fue la segunda hija; murió por el padecimiento crónico de asma.
• Rafael Adriano (Rafita), quien desde jovencito desempeñó diversos trabajos; al igual que su hermano mayor sintió el llamado de la patria y se integró al frente Gregorio Luperón, en la loma del Limón. Fue apresado junto al Dr. Arnulfo Reyes, permaneciendo un año en prisión.
Al salir, trabajó incansablemente, entre otros, como supervisor de ventas de E. León Jiménez.
• El cuarto hijo fue René. René, por razones obvias, era la debilidad de su madre. Ella repetía constantemente: “cuando yo muera, cuídenme mi loco”.
• Le siguen Fulvio y Zoilo, éste se hizo médico especialista en Cardiología, en España.
• Leo y Sixto, quienes residen en Estados Unidos.
• Frank, agrónomo y político, y Carmen Josefina (Didía), secretaria bilingüe, graduada en Estados Unidos.
Además: Magali, hija de su esposo e Irving (nieto), a quienes también crió.
Distinguido público, queridas madres presentes; con los ojos del alma vamos a contemplar la vida de esta madre, después de la ausencia del esposo:
¡Escasez y carencias económicas!
¡Dificultades por doquier!
Se vio obligada a vender algunas de sus propiedades inmobiliarias que había heredado de su padre. ¡Mas eso no bastó, eran 10 hijos que mantener!; pero además se enfrentaba a la lucha contra una enfermedad, en aquél tiempo difícil y tormentosa: el asma.
Carencia económica, problemas de salud; pero sobre todo persecución política. Constantes allanamientos al hogar, zozobra tras zozobra, cada día.
Inenarrables son los sufrimientos, los sinsabores, los sobresaltos, las lágrimas que esta madre derramó. Noches de desvelos, de oración pidiendo por los hijos, por esos hijos, que con su instinto maternal presentía, estaban en peligro, en acecho de muerte.
Y cuando la mañana de un nuevo día, era besada por el sol saliente; ahí la encontraba a ella: firme, digna, dolida pero animosa, llena de bríos para continuar la lucha en esa vida de angustias, de preocupaciones y de dolor.
¡Llena de grandeza en su sencillez y en su pobreza! Y es que la maternidad se convierte en el medio bendito por el que las madres se elevan y se purifican con las pruebas.
No podemos interpretar que por esos sufrimientos, estábamos ante una mujer abatida y quejumbrosa, ¡no! La cruz de su dolor la cubría con el velo del silencio y de la discreción.
Y en su humilde hogar, jocosa y siempre amable, fue recogiendo lo que había sembrado: la devoción, las atenciones y cuidado de sus hijos, las caricias y mimos de sus nietos a los que profesaba un inmenso amor. Atrás quedaban los tormentosos días y en ese remanso de paz, ella era el sol de la ternura, el sol que con su luz, alumbraba el lar materno.
Una mañana del día 12 del mes de Octubre del 1980, ese sol de ternura, de alegría y de luz, se apagó. Su misión, envuelta en los más puros aromas de abnegación, sacrificio, bondad y entrega había concluido.
Ángeles custodios la guiaron a la mansión celestial donde, desde entonces vive el gozo, sin ocaso, de un cielo de amores.
¡Se fue la madre! Y desde allá, desde las regiones celestiales su corazón sigue amando, porque el corazón de las madres no deja de amar, aunque deje de latir.
Desde allá, junto a Joseíto, a Melba y a René, ella arropa con su amor a sus 7 hijos, a sus 29 nietos, 35 biznietos, a su tataranieto y al bistataranieto.
Debe sonreír feliz al comprobar que la antorcha de la vida que transmitió ha ido pasando de generación en generación y que abogados, médicos, administradores de empresas, gerentes bancarios, arquitectos y más, ofrecen hoy sus servicios al país, al pueblo dominicano; orgullosos de tener sus raíces en la familia Crespo Minaya.
No hay semblanza, tributo ni homenaje que pueda retratar, rememorar y exaltar en forma plena a esta Madre.
¡Te honramos, Mélida Matilde Minaya!
Esta semblanza es mi homenaje personal de amor y respeto a la madre de mis entrañables amigos, “Los Crespo Minaya”. Miguelina Liriano
Mis felicitaciones sinceras a los Crespo Minaya, en especial a Rafita y Chedín, y por supuesto a la orfebre, Miguelina Liriano, quien dio forma a tan sentida semblanza. Enhorabuena.
ResponderEliminarIsaías
Isaias. GRACIAS DE TODO CORAZON.....
ResponderEliminarUn abrazo,
Rafita y Chedin