Por Rafael Darío Herrera
Profesosr universitario, miembro del Comité de Historia de Mao, Inc., y miembro de la Academia Dominicana de la Historia.
Cuando mencionamos el memorable e inexpugnable promontorio de La Barranquita de Guayacanes inmediatamente nos llega a la mente, cual reflejo condicionado, la célebre gesta que libró un grupo de patriotas maeños bajo la directriz del general Carlos Daniel, el 3 de julio de 1916, contra un grueso contingente de marines estadounidenses que ocupaban nuestro territorio.
Pero allí también se trabó uno de los más encarnizados combates de la epopeya Restauradora en la tarde del 22 de agosto de 1863, el cual quedó eclipsado por la tenaz persecución al perverso brigadier Buceta acometida el 20 de agosto por los generales Pedro Antonio Pimentel y Benito Monción y por el hecho de que nadie se ocupó de proporcionar un parte de guerra con sus pormenores. El hecho logró reconstruirlo el general José de la Gándara, militar y político español, en su libro Anexión y Guerra de Santo Domingo, publicado en dos tomos en Madrid en 1884 y luego por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos en 1975.
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