MAO, LA VILLA DE LOS ROMÁNTICOS ATARDECERES. COLONIA AGRÍCOLA DE JAIBÓN. CAMPOS DE PAZ Y TRABAJO.
Por J. Belisario Curiel
Listín Diario, 1º de mayo de 1940
Su cultura, su progreso y todo lo grande que es Mao se lo debe a Trujillo y a la consagración y esfuerzo de sus hombres de trabajo (*)
Otra vez, el ruido sordo de nuestros motores se enfila por la calcinada vía hacia las regiones de la Línea Noroeste donde las aguas milagrosas del Yaque hacen prodigios en una tierra bendita.
Estamos frente a la recia arquitectura del puente colgante “San Rafael”, obra gigantesca, eslabón que une las dos bandas que baña el Yaque y base fundamental de aquellas extensas tierras. Obra maestra de la ingeniería moderna, el “San Rafael” es un brazo formidable que vadeando las aguas amarra en un estrecho abrazo a Mao con la carretera Duarte. Los $108,000.00 dólares que costó son una maravillosa inversión porque ese brazo formidable da paso a los productos de la zonas irrigadas que han enriquecido a la economía nacional.
Cruzamos el puente y minutos después entramos a la ciudad de Mao que en sonoros alejandrinos cantó el poeta la belleza de sus “románticos atardeceres”.
Tranquila, apacible, callada, la ciudad presenta el aspecto de una enorme maquinaria en momentáneo receso, donde cada hombre y cada brazo, en un engranaje que aporta su importante papel en el mecanismo de aquella máquina de trabajo: Mao.
Allí no hay descanso, cada quien tiene sus ocupaciones, el trabajo dignificador es su culto, el porte señorial de la mansión solariega su fe y su devoción.
Frente al poético parque de recreo vemos en un amplio y confortable local un rótulo que dice “Junta Comunal del Partido Dominicano” que es como si dijéramos la casa de todos los hombres de bien, deseosos de ver de cerca aquellas oficinas y comprobar lo que ya es proverbial en aquella institución política, cuyo jefe máximo es el Benefactor de la Patria, generalísimo Dr. Rafael L. Trujillo Molina, entramos allí como si fuera nuestra casa. Efectivamente allí se trabaja: sentado en un escritorio, de cartas y notas, libros y folletos, está un hombre que en su aspecto sereno y decidido adivinamos al presidente de la Junta: don Manuel Evertz, quien al advertir nuestra presencia se levanta y nos recibe caballerosamente, con ese timbre de hidalgo y caballerosidad peculiar en los hombres de altura y de bien. Ya le conocíamos de referencia, amén del político armonioso y perspicaz, es uno de los principales terratenientes de la región, un acaudalado agricultor que ha consagrado su vida a la faena del campo y sobre el surco y arado ha transcurrido su vida útil y ejemplar.
En aquella Junta del Partido Dominicano se trabaja. El censo agropecuario ya está totalmente ejecutado, pendiente solamente de los trabajos de computación de algunas secciones. Ha sido una labor minuciosa y patriótica, un significativo aporte a la obra de reconstrucción y organización implantada por el Jefe. Los amplios salones de la Junta están severamente ornamentados, se advierte en cada detalle la seriedad, consagración y entusiasmo del señor Evertz y del personal de la misma. Allí se trabaja.
Frente a frente, bis a bis, se encuentra la oficina de la Colonia de Jaibón y Oficina de Riego. No podía ser menos, frente a la Junta del Partido que congrega y hermana a todos los correligionarios, se alza el templo del trabajo, llave mágica de la prosperidad de aquella región. Pasamos a esa oficina, allí encontramos un personal que entusiasmado rinde sus labores. El administrador de la pequeña colonia de Jaibón, don Ramón Almánzar, hombre curtido en las labores del campo y que sabe lo que tiene entre sus manos. Y hemos dicho pequeña colonia por lo reducido del área del cultivo que abarca unas 7,456 tareas totalmente cultivadas y en plena producción. Sin jactancias y sin bombos ni platillos, podemos afirma que la Colonia Agrícola de Jaibón es la más pequeña pero la más rica y productiva del país. Hay en ella 206 colonos, todos dominicanos y para comprobar la veracidad de nuestra información van estos datos: la colonia tiene veinte meses de instalada, su producción en los meses que van del año en curso ha sido la siguiente: 13,011 sartas de tabaco, 1499 quintales de batata, 64,800 plátanos, 5,100 berenjenas, 553 quintales de yuca, 14 quintales de cebolla, 372 cargas de habichuelas, 1025 racimos de guineos, 290 cargas de maíz, 2,000 auyamas. Toda esta producción en cuatro meses.
Queremos citar también, como dato interesantísimo esto: lo que en otras regiones del país, como el Este y el Sur, donde se encuentran ubicadas fuertes compañías dedicadas a cultivos constituye un serio problema, al extremo de que ha sido necesario regular por ley especial, el pago de salarios, en Mao acontece todo lo contrario, no porque el negocio de cultivo de arroz sea más lucrativo que otros ni porque sean más fuertes los hacendados, si no simple y sencillamente por la escasez de braceros que origina la consiguiente competencia entre colonos disputándose a base de precios y facilidades de pago de los obreros. Este es un dato que el gobierno debería en consideración. En Mao, el pago del peonaje se hace diario, en el mismo campo de trabajo, se le da al peón transporte en camión hasta la finca, se le atiende y se le mima, se trata como gente, de ahí que la clase pobre disfrute de un relativo bienestar.
Y ya que hemos tratado con largueza las cuestiones agrícolas de Mao vamos a referirnos a su escuela y a su cultura.
Merece un paréntesis especial el ramo de instrucción pública. Allí se encuentra la oficina del 33 Distrito escolar, frente a ella el profesor Bolívar Creus, un infatigable soldado del trabajo y un ejemplar organizador y devoto sacerdote de la cultura y progreso de aquella región. El Distrito abarca las comunes de Valverde, Esperanza y Monción, funcionando en él las 5 escuelas rudimentarias urbanas y 17 rurales, donde con 80 cursos, 35 maestros graduados reparten el pan espiritual de la enseñanza con caracteres de apostolado. En Mao funcionan dos planteles, la Escuela Graduada Mixta completa, dirigida por el culto profesor don Julio Concepción con una inscripción de 295 varones y 355 hembras, quedando una población escolar de 150 alumnos sin inscribir por falta de capacidad del plantel. Funciona también una escuela de economía doméstica, cuya directora lo es la señora Idalia Reyes de Pichardo, con una buena inscripción y cuya labor es eficiente y digna de encomio.
Y ahora vamos a referirnos a la cultura de Mao, donde las mujeres tienen irresistibles encantos. Mao es sede de la cultura noroestana. Allí el templo de Minerva nunca se cierra, y para completar esa jornada dignificadora, las actividades sociales de Mao están consignadas en brillantes páginas de la historia del pueblo dominicano.
Mao, el pueblo donde las mujeres llevan centellas en sus ojos, luceros robados a las cálidas noches que se asoman relucientes y fascinantes, amplios ventanales del alma. Donde la gracia y la gentileza han echado profundas raíces y donde los corazones abandonan sus rítmicos latidos para en desenfrenada y locas precipitaciones hacer fluir a las venas sangre, sangre ardiente y joven, energía y vitalidad en los hombres, ritmo, poesía, seductora gracia en sus mujeres.
El Centro de Damas, el Club Quisqueya, Sociedad pro Cultura, Biblioteca de la Sociedad El Esfuerzo son fieles exponentes de la cultura de Mao, son trompetas que rozan el viento para llevar en sus alas de justificada danza, su belleza, su color, su entusiasmo y la cultura.
Es ya de tarde… Sensación y emoción de un atardecer de Mao, las garzas blancas comienzan a recogerse, presta está la noche a cubrir con su manto aquellos jardines y la villa de anchas calles y bajas casas se infla de luz con mil bombillas, mientras de los campos de cultivo bandadas de luciérnagas se diseminan en todas direcciones dando embrujo al momento con su fosforescencias.
Es ya de noche… Ha sonado el toque de Angelus. Resuena en nuestros oídos la balada: “Ve a reza hija mía”.
Emprendimos el regreso embrujada nuestra mente con la fantasía de la noche que caía y con las impresiones de aquella gran colmena de hombres laboriosos, que encallecidas las manos por la azada y el arado, levantan un templo al trabajo para estar cada día engrandecidos y ligados a Trujillo, su protector y más cerca de Dios, creador y omnipotente.
Salve a ti Mao, avanzado centinela de la Línea Noroeste, teatro que fuiste incontables hazañas en nuestras luchas fratricidas y que al conjuro del trabajo te levantas como el Fénix, erguido, austero, señalando con tu índice la ruta del bien y del trabajo, oración sacrosanta con que comulgas y que te magnifiquen.
(*) NOTA DEL ADMINISTRADOR: Como era habitual en la época, el artículo está lleno de loas al dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Artículo facilitado al Comité de Historia de Mao, Inc., por el Lic. Rafael Darío Herrera, historiador maeño.
Aunque el artículo contiene loas al tirano, es un testimonio del ambiente que predominaba a inicios de la década de 1940.
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