SEMBLANZA DE FRANCISCA ANTONIA VARGAS DE GIL (DOÑA PRIETA)
Insigne matrona maeña de fuerte carácter, severa apariencia y gran corazón. Nace en los albores del siglo XX, en Hato Nuevo, hija única de los esposos Ramón Antonio Vargas (don Tuto), conocido también, y como podemos encontrar en los actos del registro civil en este municipio, como Ramón (Tuto Vargas), y de Bertilia Espinal.
Su casa paterna se encontraba en los terrenos del ayuntamiento municipal de Mao. Su infancia transcurre como toda niña de pueblo de la época, asida a las enaguas de su madre aprendiendo el quehacer doméstico. Poseedora de un don de mando natural que le permitió en el futuro, no obstante ser mujer, hacerle frente a la ganadería y predios agrícolas heredados de su padre.
Dama de fe inquebrantable -Mariana por convicción-, pues todos los que le conocieron la escucharon alguna vez decir:
¿Qué le pide una madre a un hijo, que este no se lo dé?, refiriéndose a la relación de Jesús y María.
Devota de San Rafael, San Miguel. Amante desde muy joven de los niños, sobre todo los desvalidos, lo que la hizo convertirse en madre siendo aun soltera de una niña de nueve meses, que conoció en una de sus travesías devocionarias en Canca La Reyna, a la que nombró Altagracia, la que denotó desde muy temprana edad su condición innata, amante, entregada y protectora; en pocas palabras, excepcional.
Joven de tez morena, hacendosa, de buenos modales, elegante porte y buen vestir, despertó el interés de un apuesto joven de ascendencia española, zapatero de oficio, Guillermo Gil, cariñosamente Meme, quien quedó prendado y al cual unió su vida en el sagrado vínculo del matrimonio, procreando siete hijos: Bertilia de Jesús, Ramón Guillermo, Novel Guillermo, Rafael Antonio, Milagrosa de Jesús, Rafaela Gildelisa y Luz del Alba Gil Vargas.
Su rol no solo se circunscribió al cuidado y disciplina de su hijos, pues datos recopilados permiten sugerir y demostrar su bondad, altruismo y sensibilidad humana, pues se sentía madre de los hijos de sus trabajadores, a los que crió entre los que podemos citar:
Altagracia Antonia (Cuya), Ilsa de Jesús, Jochy, Francisco, Tomás, Teresa, Victoria, así como de todos los niños del sector donde residía, los cuales con amor y respeto recuerdan lo que sin lugar a dudas constituía para ella un gran placer mañanero, repartirles a todos parte del sustento diario: leche, plátano y un día más que otros carne de res y cerdo.
Fiel a su sentido familiar y procurando siempre mantener unida a la familia era común escucharle decir la frase, "mi sangre no rueda", refiriéndose de esta manera a su descendencia, lo que la llevó a criar los nietos procreados por sus hijos antes de su matrimonio.
Rafaela Gildelisa, única hija que le sobrevive expresa que su mamita, como todos le llamaban, fue maravillosa, excelente, abnegada, amiga, compañera y consejera de sus hijos, dulce, trabajadora, nos brindó todo su apoyo, de carácter fuerte que no restaba nada a su bondadoso corazón. Fue una mujer transparente, clara, íntegra, cuando la hacían enojar en voz recia se le oía decir: "Yo soy Prieta Vargas, seca, sacudida y medida por buen cajón; yo soy hija de Tuto Vargas y no tengo cola que me pisen".
Fue muy querida por todo el entorno social que le rodeaba y muy amistosa. Entre sus amigas podemos citar a: Dña. Mélida MInaya, Dña. Melo de Madera, Dña. Luvita Cabral, Dña. Fefa Daniel, Dña. Yiyi Madera, Dña. Digna Arté y Dña. Hilda Bueno.
Hay una anécdota muy graciosa de ella refiriéndose a su esposo. Les contamos: Meme tenía dos pasiones, era asiduo visitante de las galleras, disfrutaba al máximo las peleas de gallos; y la otra, era demasiado enamorado. Doña Prieta reiteradamente le decía: "Meme, Meme, quédate con los gallos y deja tranquila a las gallinas que tú tienes una de muy buena calidad".
Esta semblanza intenta ser un retrato fiel de Francisca Antonia Vargas Espinal, Dña. Prieta, quien aquejada de problemas cardíacos muere el domingo 10 de febrero de 1963 a la edad de 63 años, legándole a sus hijos uno de sus dones más preciado: la generosidad de darse a los demás.
El núcleo familiar, descendientes de esta gran mujer, está integrado por las familias:
• Polanco Gil
• Gil Victoria
• Gil Taveras
• Cabrera Gil
• Gómez Gil
• Luna Gil
• Gil Minaya
• Céspedes Gil
• Gil Hernández
• Gil Madera
Su descendencia y demás nietos agradecen infinitamente al Comité de Historia de Mao, Inc., este merecido reconocimiento póstumo a nuestra madre y abuela.
NOTA: semblanza escrita por su nieta Loly Gil de Peñaló y leída por Víctor Almonte, Vocal del CHM.
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