Por Graciela Azcárate
Artículos publicados en la sección En Sociedad del periódico Hoy, Santo Domingo, República Dominicana, entre agosto 2003 y enero de 2004. Estos, avalados por el Dr. Brea Tió, salvo algunos retoques leves hechos por él, están reproducidos tal y como fueran publicados originalmente. Todas las fotos pueden ser ampliadas haciendo clic en ellas.
Primera parte, publicada el sábado 23 de agosto de 2003
En una carta a su editor y amigo Malcolm Cowley, William Faulkner escribió: "Estoy contando la misma historia una y otra vez que soy yo el mundo... Esto creo que explica lo que la gente llama oscuridad, el estilo disforme y retorcido, las interminables oraciones. Trato de decirlo todo en una oración entre una letra mayúscula y un punto. todavía intento decirlo todo, si es posible, en la cabeza de un alfiler. No sé cómo hacerlo. Todo lo que sé es seguir intentándolo de una nueva manera. Tiendo a pensar que mi material, el Sur, no es muy importante para mí. Simplemente ocurre que lo conocí y no tengo tiempo en una vida para conocer otro y escribir al mismo tiempo. Aunque el que conozco es probablemente tan bueno como cualquier otro, la vida es un fenómeno pero no una novedad, la misma carrera de caballos hacia la nada, en todas partes el hombre hiede el mismo hedor no importa en qué tiempo".
El orgullo por una historia reciente, por un grupo recién llegado, los avatares de cualquier grupo humano, cualquier tribu, cualquier clan, cuentan siempre del valor, la dignidad, las penas, el desarraigo y el hedor como bien dice Faulkner es el mismo en cualquier rincón del globo. Por eso las crónicas familiares escritas por el Dr. Héctor Brea Tió, no importan que abarquen el siglo XIX o XX, entre Cataluña y el Caribe, que relaten grupos inmigrantes, de comerciantes, desarraigados, señores, pobres o campesinos pobres, blancos, negros o mulatos tiene el sabor, el color y el olor de toda aventura humana.
No es casual que las crónicas familiares dominicanas de los Espinal, los Simó, los Prieto, los Nouel, los Tió, los De Windt, los Bogaert tengan intención de saga, de larga aventura humana donde vuelve a contarse lo mismo porque aunque tengan distintos nombres es la condición humana la que los hermana.
El lastre es el mismo dolor, el mismo doblar de campanas que anuncia la muerte del otro y al mismo tiempo nuestra propia muerte, es el acierto, la adversidad, el pundonor, la valentía, el arrojo, el miedo, la cobardía, en fin, el sinnúmero de cualidades humanas que jalonan las vidas múltiples que hacen a la vida de una comunidad. Por eso contar una familia es contar muchas vidas, muchas aventuras y también muchas muertes.
Los dos libros que sirven de base a estas crónicas: "Mao y su gente" y "La familia Tió en el Caribe" de la autoría del Dr. Brea Tió son precisamente el intentar contar en la cabeza de un alfiler, la misma historia, para entendernos, para entenderse a sí mismo y sobre todo para entender a una sociedad y sus circunstancias.
En el trasfondo de la vida del patriarca de la familia, Pedro Tió Llovet, resonará el sonido de los sapos de Mao, llevados de Surinam a Santo Domingo por las prédicas del belga Libert Bogaert y de una sociedad arcádica y primitiva, y por eso mismo, más cercana al Edén que al infierno. Tendrá también el olor de las historias policiales, de las crónicas furtivas, las mismas que ocultaban las abuelas decimonónicas para disimular los accidentes de la sangre y el honor.
Las invasiones napoleónicas del siglo XIX en Europa determinaron un gran movimiento migratorio hacia el Nuevo Mundo.
En América, los procesos de independencia nacional se fueron dando uno tras otro aprovechando el cataclismo europeo.
En las grandes islas antillanas como Puerto Rico y Cuba sólo se conseguiría la independencia a fines de siglo. En República Dominicana se produciría desde 1808 a 1821 lo que se llamó período de "La España Boba", una época de incertidumbre e irresolución.
Las migraciones que venían incrementándose desde el otro siglo se vieron interrumpidas por las luchas de independencia pero el creciente comercio y las importaciones de cacao, azúcar y café así como las exportaciones de manufacturas desde la metrópoli a las colonias, revistieron gran importancia comercial entre estas y España.
En 1815, por Real Cédula de Gracia, dictada por Fernando VII se permitió a los países amigos de España establecer comercio con Puerto Rico y se autorizó la entrada de extranjeros, y lo más importante se permitió a las autoridades de Puerto Rico a repartir tierras a los inmigrantes recién llegados.
De la Costa Brava española y de las provincias de Gerona y Barcelona partieron numerosas familias que se establecieron en Cuba y Puerto Rico.
Al abrirse el puerto de Santo Domingo al comercio extranjero aproximadamente en 1818, esa apertura permitió que numerosos grupos de españoles adoptaran el país como segundo hogar.
En esa oleada inmigratoria hacia 1860, llegó al país Pedro Tió Llovet.
Nació en Blanes, Cataluña, España, el 25 de enero de 1839 y murió en Mao, el 18 de marzo de 1924.
Se radicó en Santiago y al poco tiempo mandó traer a su hermano Luis Tió Llovet. Luis Tió Llovet casó con una nativa de Monción, de apellido Peralta Ramírez y pariente cercana de Carmen Ramírez de Marrero (doña Cacán), abuela paterna de Miguelín Marrero y de Marieta y Josefa (Fifa) Marrero Brea, primas estas del Dr. Héctor Brea Tió. De esa unión nacieron Elvira Tió (Virita) y su hermano gemelo Luis Tió. Ninguno de los dos tuvieron descendencia.
Pedro Tió LLovet fue como el mítico telegrafista de Aracataca, en la novela de Gabriel García Márquez. Fue telegrafista de Mao, después comerciante, fundador de "La casa de Dios", como era llamado su comercio, y Miembro Honorario de la Respetable Logia "Nuevo Mundo" No. 5 de Santiago en grado 3o.
Segunda parte, publicada el sábado 1 de noviembre de 2003
En el prólogo al libro "Mao y su gente", que con tanto amor escribió el Dr. Héctor Brea Tió, Manuel Rueda, Premio Nacional de Literatura, 1994, como poeta, narrador y músico excelso que era, habiendo vivido y estudiado en Chile, con acierto describe lo que significa ser un "contador de patrias", como lo definió Gabriela Mistral, la primera chilena ganadora del Premio Nobel de Literatura: un narrador que mira largamente la patria chica donde nació y la cuenta una y mil veces, desde el detalle geológico, el percance histórico, la cotidianidad de su gente, y ese detalle minúsculo de las pequeñas historias de todos los días que al final de cuentas componen la historia universal.
Porque lo que cuenta el Dr. Brea Tió, en "Mao y su gente" como en "La familia Tió en el Caribe", es esa letra menuda que se vuelve cuento homérico y que describe la querencia, lo íntimo, y "esa niñez incesante" que nos acompaña hasta la muerte.
De la larga historia del pueblo de Mao y de una gesta humana como la de la familia Tió surge el fresco de un pueblo que nació en los linderos del paraíso, convocando en los cuatro puntos cardinales los ríos Mao, Yaque del Norte, Ámina y Gurabo.
Ese pequeño pueblo adquiere ribetes de epopeya lírica y épica al mismo tiempo, y todo se sucede con la cadencia de la tierra, de los grillos, de los sapos de Monsieur Bogaert, a la hora de la siesta, o en los "crepúsculos rojos de tuna".
Todo conjugará con la perfección de una sinfonía.
Naturaleza y gente se imbricaron para dar paso a hijos ilustres que hicieron de la vida diaria una sinfonía de clubes, centros de cultura, educación, con sabor a gesta patriótica e independentista, con arrestos de mujeres enteras y luchadoras.
Como un rosario de bonanza se encadenan los nombres de Octavia Espaillat de Amaro, Ludobina Brea de Tió (Dña. Luba), María la O Mieses de Alberti, junto a otros, fundadoras del Centro de Damas, en 1911, y del legendario Club Quisqueya, en 1917, con sus veintiséis fundadores salidos de lo más puro de su sociedad.
María la O Mieses de Alberti, era la esposa del primer médico radicado en Mao, 1909-1912, el Dr. Narciso Alberti Bosch, padre de Almanzor y Luis Alberti, y pariente de Juan Bosch, venidos del mismo pueblo catalán.
Por la línea Noroeste, Mao es el fondo cibaeño para contar una historia épica.
Fue la perla mayor de la corona de la "Provincia más provincia de todas las provincias" como la bautizara Eugenio María de Hostos en Santiago.
De las devastaciones de Montecristi y Puerto Plata, en 1606, saldrá fundado este hato con el nombre de Maho. Que no es otra cosa que el toponímico o nombre indígena, de Mao según aparece en el Semanario Bahoruco, de 1935, de la autoría del presbítero José Andrikson.
Desde Santiago y otras comarcas aledañas confluyó el magma humano que configuró las bases de tan progresista comunidad.
El pueblo de Mao fue evolucionando y sirvió de refugio para esconderse de los españoles y buscar condiciones abrigadas para la agricultura y el ganado.
El origen hatero de Mao se trasunta en los viejos nombres de Hatico, Hato del Yaque, Hato Nuevo, Hato Viejo y Hato del medio.
En 1869 fue inaugurada en la sección de Santa Cruz en Mao la primera iglesia construida en madera y por decreto 1441 de fecha del 5 de agosto de 1875, dictado en el gobierno del general Ignacio María González, fue erigido el Puesto Cantonal de la Ciudad de Santiago, con el nombre "Santa Cruz de Mao".
Su primer ayuntamiento quedó constituido el 25 de noviembre de 1882.
Jaime Tió Tavárez
Entre los muchos personajes que premiaron a esa comunidad está Jaime Tió Tavárez, hijo de don Pedro Tió LLovet y doña Concepción Tavárez, de Santiago. Nació en Santiago, en 1873 y llegó a Mao siendo muy pequeño. Junto a su padre se instaló en una tienda entre las calles el Comercio (hoy Sánchez) y La Esperanza (hoy Duarte) en la segunda mitad del siglo XIX.
Fundó junto a su padre y otros munícipes en mayo de 1922, la Asociación de Regantes, la cual construyó el canal de riego Mao-Gurabo. En enero de 1888, y por iniciativa y gestión propia fue nombrada la primera maestra de Mao que fue Amelia Rodríguez.
Fue presidente del Ayuntamiento entre 1910 y 1921 y desde 1921 a 1924 fue Regidor.
Fue amante del progreso y el desarrollo de su comunidad y por eso no escatimó esfuerzos para fundar el Club Quisqueya junto a 26 socios. Casó con Ubaldina Liz y Salcedo con la cual no tuvo hijos.
Fueron sus hijos Marino Tió Inoa, Pelayo Tió Inoa, Gilma Tió de Alberti, Leopoldo Tió Cabrera, Quirino Tió Cabrera, Jaime Tió Cabrera, Julia Tió Cabrera, Mercedes Tió, Arsenio Tió, Pura Tió de Brea, Lourdes Tió viuda Espinal, Pedro Tió, Orlando Tió Santana.
Cuando falleció en Mao, en 1934, dejó una larga estirpe de buenos, honrados y dignos ciudadanos no sólo de Mao sino del mundo.
Tercera parte, publicada el sábado 10 de enero de 2004
En 1815, por Real Cédula de Gracia, dictada por Fernando VII se permitió a los países amigos de España establecer comercio con Puerto Rico y se autorizó la entrada de extranjeros, y lo más importante se permitió a las autoridades de Puerto Rico a repartir tierras a los inmigrantes recién llegados.
De la Costa Brava española y de las provincias de Gerona y Barcelona partieron numerosas familias que se establecieron en Cuba y Puerto Rico.
Al abrirse el puerto de Santo Domingo al comercio extranjero aproximadamente en 1818, esa apertura permitió que numerosos grupos de españoles adoptaran el país como segundo hogar.
En esa oleada inmigratoria hacia 1860, llegó al país Pedro Tió LLovet.
Nació en Blanes, Cataluña, España, el 25 de enero de 1839 y murió en Mao, el 18 de marzo de 1924.
Se radicó en Santiago y al poco tiempo mandó traer a su hermano Luis Tió LLovet. Luis Tió Llovet casó con una nativa de Monción, de apellido Peralta Ramírez y pariente cercana de Carmen Ramírez de Marrero (doña Cacán).
El escudo de armas de la familia Tió tuvo origen en un solar del reino de Aragón y está verificado que alrededor del siglo XVI, después del Descubrimiento de América, don Jaime Tió, procedente de aquel reino, prestó servicios a la reina Isabel La Católica, por lo que se le otorgó el mismo.
Diseminación de los Tió por el Caribe
Los distintos troncos de la familia Tió se van instalando en las distintas islas del Caribe y diferentes troncos sentaron su linaje en Cuba, Puerto Rico y República Dominicana. En Cuba, Buenaventura Tió y Ana Fernández Martínez fundaron una larga y reconocida estirpe y existe también una rama de los Tió en Matanzas descendientes de los Tió dominicanos.
Buenaventura Tió nació en 1868, en Lloret del Mar, en Barcelona y emigró a Cuba a los once años de edad con un hermano y su hijo. Allí casó con Ana Fernández, hija de gallegos que habían emigrado a la isla, en Caibarien, Cuba.
En la provincia de Santa Clara, en Yaguajay, nació María Josefa Fernández Tió, sobrina de Buenaventura Tió. Fue una destacada maestra muy apreciada por largos años de magisterio en su ciudad natal.
Otros Tió radicados en Cuba son los Font-Tió, naturales de Matanzas y los Tió-Campbell radicados en La Habana.
Los Tió de Puerto Rico
El tronco de los Tió puertorriqueños fue fundado por Bonocio Tió Segarra que nació en Lajas, el 30 de enero de 1839 y falleció en La Habana en 1905. Era hijo de Bonocio Tió Urgell y de María Agustina Segarra y del Toro. Fue periodista, poeta y político. Comenzó sus estudios en San Germán y los terminó en Barcelona. Fue el editor de la revista "La Almojábana" y dirigió el semanario "El Anunciador Comercial", el "Diario de los Avisos", de Mayagüez, y la revista "La Página", publicada en Ponce. Casó con la poeta doña Lola Rodríguez de Tió con la cual mantuvo un matrimonio ejemplar, creativo y enriquecido por la labor literaria y política de ambos.
Lola Rodríguez de Tió nació en San Germán, en 1843, estudió en su pueblo natal y amplió sus estudios bajo la dirección de su padre, un hombre muy culto y preparado. Por sus ideas patrióticas fue perseguida y desterrada en varias oportunidades; en 1877 salió a Venezuela; en 1893 a Cuba, de donde sería deportada a Estados Unidos en 1895. Participó activamente de los movimientos patrióticos caribeños y presidió el Club Rius Rivera. Al lograr Cuba la independencia, en 1898, pasó a la isla y fue nombrada inspectora en las escuelas públicas del país. Falleció en 1924.
Otro personaje importante de la familia Tió nacido en Puerto Rico fue el Dr. Emilio Tió Betances, en 1872. Inició sus estudios en Puerto Rico pero viajó a España para completar sus estudios de medicina. Más tarde se instaló en República Dominicana. Revalidó su título en la Universidad de Santo Domingo y desde 1872, fecha de su llegada, se integró a las labores de la medicina. Fueron sus amigos Ignacio María González, Gobernador de Puerto Plata y Manuel Altagracia Cáceres, Vicepresidente de la República, quienes lo ayudaron a abrirse paso en el ejercicio de su profesión. Fue nombrado médico de Sanidad del puerto de Santa Bárbara de la Bahía de Samaná. Descendiente directo de Emeterio Betances, prócer puertorriqueño por el lado materno, fue el primer médico nombrado por el gobierno dominicano para ponerse al frente del despacho de Sanidad del país, lo que hoy se conoce como Ministerio de Salud de la República Dominicana. Formó un hogar con dos hijos que lo sucedieron en el trabajo de aportar a la comunidad con honradez y servicio. Estuvo afincado en San Pedro de Macorís donde él y sus descendientes han ocupado cargos de responsabilidad y de servicio a la comunidad macorisana. El Dr. Tió Betances era abuelo materno de Luis Amiama Tió, uno de los sobrevivientes del ajusticiamiento del dictador Rafael Trujillo Molina, ocurrido el 30 de mayo de 1961.
Otro Tió destacado es Aurelio Tió, nacido en 1907 y fallecido en 1992, miembro importante de la Academia de Historia Puertorriqueña.
Salvador Tió, nacido en Mayagüez en 1911 y fallecido en 1989, estudió leyes en Estados unidos, Puerto Rico y España y destacó como periodista y político. Salvador, prolijo escritor, fue presidente de la Academia de la Lengua de Puerto Rico, en los años 70. Su hija, la Dra. Teresa Tió, escritora y poeta, fue Ministra de Educación de Puerto Rico. En 2004, el Dr. Brea Tió tuvo el honor de conocer a la Dra., Teresa Tió en la Feria del Libro dedicada a P.R., por intermedio del escritor Manuel Mora Serrano, que la conocía, y José Rafael Lantigua, exministro de cultura de la República Dominicana.
Los descendientes de Buenaventura Tió y Ana Fernández Martínez fundaron el tronco de los Tió de Cuba.
Lo hondo de la mirada no se remite al río de una comarca antillana sino a los caminos que median entre el viejo continente y el mar interior que es el Caribe.
La oleada inmigratoria española que en 1860 trajo al país (RD) a Pedro Tió Llovet dio origen a varios troncos caribeños.
Los distintos troncos de la familia Tió se van instalando en las islas del Caribe y las ramas familiares sentaron su linaje en Cuba, Puerto Rico y República Dominicana.
En Cuba, Buenaventura Tió y Ana Fernández Martínez fundaron una larga y reconocida estirpe y existe también una rama de los Tió en Matanzas descendientes de los Tió dominicanos.
Buenaventura Tió nació en 1868, en Lloret del Mar, en Barcelona y emigró a Cuba a los once años de edad con un hermano y su hijo. Allí casó con Ana Fernández Fernández, hija de gallegos que habían emigrado a la isla, en Caibarien, Cuba.
Los hijos de Buenaventura Tió y Ana Fernández Martínez son: Buenaventura Tió Fernández que nació en Caibarien, Cuba en 1894 y murió en 1921 en New York de neumonía a los 27 años de edad, sin dejar descendencia; José Ramón Tió Fernández nacido entre 1895 y 1896 en Caibarien, Cuba, murió a los setentaicuatro años de edad en la ciudad de Filadelfia sin dejar descendencia; Carlos Tió Fernández nació en 1898 en Caibarien, Cuba, casó con Mercedes Madrigal del Valle que era hija de inmigrantes canarios, tuvieron dos hijos: Ana Helena Tió Madrigal, nacida el 25 de febrero de 1923 en Caibairen, las Villas y Carlos Vicente Tió Madrigal nacido en 1926 en el mismo lugar y muerto en 1992 en La Habana; Lutgarda María Dolores Tió Fernández, nació el 14 de septiembre de 1896 en Caibarien, Cuba y murió el 3 de diciembre de 1982 en U.S.A, casó con José Antonio Ordiales Ruíz de origen asturiano con quien procreó dos hijos: María Dolores Ordiales Tió, nacida en 1921 y que reside en Estados Unidos y José Antonio Ordiales Tió nacido en 1924 y muerto en 1994, en la ciudad de Miami; María Luisa Tió Fernández nació en Cuba y casó con un señor de apellido Álvarez con el cual tuvo dos hijos, uno de ellos reside en La Florida U.S.A y el otro falleció afectado de Síndrome de Down.
La última de las hermanas fue María Teresa Tió Fernández nacida en Cuba, casada con un señor de apellido Del Castillo, tuvieron varios hijos y residen en Cuba. Se dedicó a la enseñanza de la música y es muy reconocida y apreciada como profesora.
En la provincia de Santa Clara, en Yaguajay nació María Josefa Fernández Tió, sobrina de Buenaventura Tió. Fue una destacada maestra muy apreciada por largos años de magisterio en su ciudad natal.
Otros Tió radicados en Cuba son los Font-Tió, naturales de Matanzas y los Tió-Campbell radicados en La Habana.
La rama de los Tió en la ciudad de matanzas están representados por Daril Tió Bretos hijo de Salvador Tió y nieto de Félix Tió. Reside en la actualidad en La Habana, tiene sesenta años de edad (al momento de escribirse este artículo en 2003), está casado, tiene tres hijas y es descendiente de dominicanos.
Otro integrante de los Tió de Matanzas es Susana Tió Novoa nacida en La Habana en 1943 hija de César Gustavo Tió, quien nació en Cuba en 1909 y falleció en 1984 en La Habana. Hace unos 15 años, Pedro Jaime Tió de los Tió de Mao, conoció a Susana en la Habana.
Santiago Tió casó con Antonia Gafas Rodríguez y sus descendientes son Margarita, Mariana, Israel, María Teresa, César Gustavo, Hilda, María Clotilde y Zenaida. Viven aún Hilda con 91 años y Zenaida tiene 78 años y reside en La Habana (al momento de escribirse este artículo en 2003-2004).
Fuentes de Consulta: "Mao y su gente" y "La familia Tió en el Caribe", de la autoría de Héctor Brea Tió.
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