General Bartolo Mejías, olvidado prócer maeño
Por Rafael Darío Herrera
En todas las efemérides celebradas en los anales de la historia de Mao siempre se ha omitido el nombre del general maeño Bartolomé Mejías Reyes. No conozco una calle de la ciudad, a lo mejor existe en algún barrio marginado de Mao, que honre a este valiente soldado que luchó con denuedo por la liberación de la Patria junto a otros próceres nacionales como el general Gregorio Luperón.
El general Mejías Reyes nació en 1799 o 1800, hijo de Jerónimo Mejías y Josefa Reyes. Se casó con Francisca Peralta, nacida en 1803 y fallecida el 4 de marzo de 1883 con quien procreó a Ramona Mejías Peralta que a su vez se casó con José Eugenio Cabral Céspedes, Jengo, n. 1822 y f. 22 de agosto de 1877, hijo de Manuela Céspedes Carrasco y Francisco Cabral, y uno de los troncos de la familia Cabral, establecida en Mao antes de 1800. Cabral Céspedes era el padre de Máximo Cabral Mejía, n. 1862 y f. 14 de mayo de 1948, que se casó con María de Js. Eudocia Reyes Cabral, n.1885, de cuyo enlace matrimonial, nació el capitán Máximo Aurelio Cabral Reyes, n. 7 de noviembre de 1887 y f. 3 de julio de 1916 en La Barranquita.
En 1822 el general Mejías formaba parte de uno de los batallones organizados por los dominadores haitianos. Durante algunos años se le trasladó a una guarnición y cuando retornó al país ya ostentaba el grado de capitán de Gendarmería, nombramiento que le impuso en 1840 el general Morisset, gobernador haitiano de Santiago. Se desempeñó también como fiscal del Consejo de Guerra de Santo Domingo y comandante de Armas de varias comunes, entre ellas las de San José de las Matas en donde se encontraba cuando se proclamó la Independencia en Febrero de 1844, en sustitución del coronel Joaquín Taveras.
Mientras ejercía las funciones de comandante de Armas en esta última comunidad se hallaba bajo las órdenes de la gendarmería haitiana y en tal condición se le llamó a luchar contra el movimiento independentista urdido por Duarte, Sánchez, Mella y demás patriotas. Allí lo visitó una comisión popular integrada por los sacerdotes Anselmo y Domingo Solano, Benigno F. Rojas, Domingo Pichardo, Luis Escobar y otros. Mejías no respondió a las directrices de los oficiales haitianos sino que se incorporó con su batallón a la gesta por la Independencia. (Guido Despradel Batista, “General Manuel Mejía, general Bartolo Mejía”, La Nación, 5 de febrero de 1941).
Aunque Mejías no pudo corresponder al llamado de auxilio que le hizo Ramón Matías Mella para participar en la batalla del 30 de Marzo de 1844 en Santiago, junto a Francisco Caba emboscó, entre la Sabana de Talanquera y Guayubín, a las desbandadas tropas del general Pierrot que iban en retirada, como se puede apreciar en el siguiente parte de guerra del 6 de abril de 1844:
“Acabo de recibir la plausible noticia, por el general provisional de Santiago, J. M. Imbert, que el resto del ejército haitiano que había jugado en el ataque del 30 del pasado en Santiago, ha perecido entre Guayubín y Talanquera, y con él los generales Carrie y Cadet Antonine. Esta victoria se le debe a los valientes patriotas mandados por comandantes Francisco Caba y Bartolo Mejías, que estaban a la cabeza de la división emboscada. ¡Gracias al Dios de los Ejércitos!”. (Emilio Rodríguez Demorizi, Guerra domínico-haitiana, Ciudad Trujillo, 1957, p. 100).
En las siguientes campañas contra las invasiones haitianas también participó el general Mejías al frente del batallón denominado Entre Ríos. Para la batalla de Beller, acontecida el 27 de octubre de 1845, y considerada como una de las sangrientas, el general Mejíass reunió cerca de 500 hombres con edades oscilantes entre 16 y 60 años y los puso bajo las órdenes de Francisco Caba y Ramón Azcona. En esa batalla pereció el soldado maeño José Etanislao Aranda, Pepe, padre de María Altagracia Aranda que fue esposa de Etanislao Reyes García, uno de los troncos de la familia Reyes de Mao.
El historiador Sócrates Nolasco también se explaya en elogios al general Mejías en el siguiente párrafo:
“Por la valentía y el esfuerzo de los dominicanos y por la pericia y la astucia de sus dirigentes, el ejército invasor regresaba hacia el Guarico cuando Francisco Caba y Bartolo Mejía, entre Talanquera y Guayubín, cayeron sobre los cuerpos de retaguardia diezmándolos y haciendo perecer a los generales que protegían la retirada. Lejos de la dirección de los técnicos franceses, fue el primer hecho de armas importante y la primera victoria que alcanzaron, autónomos, los cibaeños; y a Bartolo Mejía le tocó la responsabilidad y la gloria de ser uno de los jefes que los mandaban. Desde ese instante su nombre quedó señalado entre los patricios de nombradía y ningún auténtico criollo, en su provincia, fue más glorioso que él, y los mejores aspiraron a ser renombrados como él”. (La Nación, “Momentos de Bartolo Mejía”, 23 de enero de 1941).
Para atender su ganadería y agricultura en Mao, Mejías desaparecía en treguas de paz pero reaparecía en cuando en “horas de angustiosa incertidumbre”, cuando se requerían sus energías y recursos para defender los intereses de la patria. Siempre presto a cooperar en las acciones patrióticas a fines de enero de 1849, cuando el general Antonio Duvergé, se dispuso a recuperar el fuerte de Bánica, el general Mejía lo acompañó al frente de un regimiento y solo gracias a su acción pudo la acción resultar exitosa. Cuando el general Pedro Santana le propinó un golpe de Estado al presidente Manuel Jimenes, en mayo de 1849, destituyó a Mejía y nombró en su lugar al general Antonio Batista. Luego de esto, el general Mejía retornó a Mao.
En 1861, cuando se produjo la anexión a España, el general Mejías, “hombre rico y de mucho prestigio popular en Mao” como lo llama el historiador César Herrera, formaba parte de las reservas del Ejército español pero abandonó las mismas, arrió la bandera española y enarboló la dominicana. Sin embargo, al fracasar las insurrecciones iniciales de los patriotas dominicanos, lo apresó el entonces general de las tropas españolas, Gaspar Polanco. Fue juzgado y condenado por un tribunal instituido por las autoridades españolas y su nombre figura en el Sumario judicial contra los insurrectos del 22 de febrero de 1863 en Guayubín, Sabaneta y Montecristi. Se benefició de un indulto de las autoridades españolas. (E. Rodríguez Demorizi, Próceres de la Restauración, Santo Domingo, 1963, p. 197).
Cuando se produjo el Grito de Capotillo, el 16 de agosto de 1863, el general Mejía salió para San José de las Matas a combatir las tropas españolas, acompañado de solo doce hombres. Llegó a ocupar dicha plaza pero fue desalojado por las poderosas fuerzas de los generales anexionistas José Hungría y Estaban Roca. Cuando el movimiento restaurador cobró fuerza desalojó a estos últimos y ocupó de nuevo el lugar. Gregorio Luperón se refirió a la acción de Mejía del modo siguiente:
“Ya el general Bartolo Mejías, por un rasgo de sorprendente audacia, había el mismo día rendido a San José de las Matas y hecho prisionero al general Nisio Mieses, comandante de armas, y a la guarnición que tenía, y Hungría, con el resto de su columna, al encontrar la plaza pronunciada, se rindió también; pero como el general Bartolo Mejía se había lanzado solamente acompañado de algunos a aquella empresa, cuando Hungría contempló la escasa fuerza dominicana, abandonó con Mieses astutamente la plaza, dirigiéndose a Santiago, a donde llegaron al amanecer del 26 de agosto”. (G. Luperón, Notas autobiográficas y apuntes históricos, Santo Domingo, 1992, p. 125).
Como reconocimiento a los méritos acumulados por el jefe de la revolución de La Sierra, el 26 de septiembre de 1863 el general Pepillo Salcedo lo nombró miembro del Gobierno Provisorio establecido en Santiago de los Caballeros. Al poco tiempo de su designación solicitó se le restituyera en su puesto de comandante de Armas de San José de las Matas pero las autoridades restauradoras rechazaron su petición.
Por su señera participación en la Guerra Restauradora, el general Luperón incluye a Mejías entre los “beneméritos patriotas de la Restauración”. Pero Mejía era un hombre comprometido con la libertad del pueblo dominicano y cuando el déspota Buenaventura Báez reveló sus planes antinacionales, el general Mejía se rebeló contra los mismos.
El biógrafo puertoplateño Rufino Martínez también ha destacado la participación estelar del general Mejías en la Guerra Restauradora:
“… Llegado el momento de la campaña liberadora, estuvo a la altura de su proceridad. Estaba radicado en Mao y secundó el movimiento de Capotillo, comandando tropas levantadas en aquel punto. Marchó a San José de las Matas, que hizo capitular. A poco de instalado el Gobierno de Santiago, se le dio la oportunidad de la representación del mismo en la jurisdicción de Las Matas. Prestó servicios a la patria en todo el curso de la campaña. Entrada la Segunda República, pasó el resto de sus días rodeado del respeto y la estimación de sus comarcanos los maeños, no olvidados sus méritos por los diferentes gobiernos”. (R. Martínez, Diccionario biográfico histórico, 1821-1930, Santo Domingo, 1971, pp. 309-310).
Durante la etapa histórica conocida como los Seis Años de Buenaventura Báez, caracterizada por el despotismo y el anexionismo, el general Mejías se rebeló contra las tentativas de Báez de anexionar nuestro país a los Estados Unidos. Y en enero de 1869 lo apresaron en Sabaneta:
“Santiago, 14 de enero de 1869. Señor ministro de Interior y Policía. Santo Domingo. Tengo el honor de comunicar a usted que ayer en la noche han llegado a esta los individuos José María Rodríguez, alias Piquito, Bartolo Mejías (general), Pablo Abreu y Esteban Tineo, cómplices y autores de la criminal rebelión de Cabrera, hechos prisioneros en el acontecimiento de Sabaneta. Estos criminales están reducidos a formal prisión en la fortaleza San Luis de esta plaza y hoy mismo se dan las órdenes conducentes para someterlos a juicio que contra ellos haya lugar para cuyo efecto dispuso esta Gobernación que les fueran remitidos, pues se tuvo conocimiento de que los jefes de la Línea querían ejecutarlos en la plaza de Guayubín donde no había juez competente para ello ni podrían nunca llenarse las formalidades de la ley”. (En: Rafael Darío Herrera (compilador), Documentos presidenciales. Buenaventura Báez, t. I, Santo Domingo, 2007, p. 116).
El cargo específico contra el general Mejías, y por el que recibió una condena de cinco años el 21 de enero de 1869, consistía en haber ocultado en su residencia a José María Rodríguez, alias Piquito, compañero del general José Cabrera que enfrentaron el despotismo baecista. Pero, por su avanzada edad el presidente Báez solicitó al Senado Consultor un indulto a su favor el 1º de octubre de este año.
El general Mejías falleció en Mao el 1º de octubre de 1884.
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