domingo, 19 de mayo de 2013

HOMENAJE PÓSTUMO A MADRES MAEÑAS MERITORIAS - 2013

EL COMITÉ DE HISTORIA DE MAO, INC., CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LAS MADRES, RINDIÓ UN HOMENAJE PÓSTUMO A CINCO MADRES MAEÑAS MERITORIAS EL 19 DE MAYO DE 2013, EN EL AUDITÓRIUM DEL CENTRO MAO-UASD. LAS MADRES RECONOCIDAS Y HOMENAJEADAS FUERON: DOÑA ANA ROSA (NENA) AZCONA DE FERREIRA, DOÑA DOLORES RODRÍGUEZ DE COLÓN, DOÑA LUBA BREA DE TIÓ, DOÑA MÉLIDA MINAYA DE CRESPO y DOÑA TEÓFILA GÓMEZ DE REYES.

SEMBLANZA DE DOÑA ANA ROSA (NENA) AZCONA DE FERREIRA


El 28 de Noviembre de 1919, en la entonces muy apartada comarca de El Rubio, San José de las Matas, nació una niña, a quien sus padres, Ceferino Azcona Peralta y Lucía Azcona Checo bautizaron con el nombre de Ana Rosa. Sin embargo, su nombre formal pasaría prácticamente desapercibido, pues sus propios padres comenzaron a llamarle amorosamente “La Nena” y sus hermanos mayores “Nenita”. De esta manera, su apodo se arraiga en el entorno familiar, y al crecer, entre sus amistades, y desplaza para siempre su nombre formal, excepto en los documentos legales.

La Nena o Nenita creció siendo la mimada de la familia, pues por fortuna para ella, sus hermanos inmediatamente mayores eran varones, y nuestra abuela materna, Mamacía, tardó 2 – 3 años en volver a salir embarazada, lo cual creó y expandió la idea de que ya “la fábrica se había cerrado”, es decir, que no tendrían más hijos, y por tanto, “el nidal” había que cuidarlo, protegerlo y mimarlo.

La niña que con el transcurrir del tiempo, y por la Gracia de Dios, se convertiría en nuestra Madre, asistió a la Escuela Rural de El Rubio, donde cursó todo el currículum que allí se ofrecía. Simultáneamente, ayudaba a nuestra abuela y a las hermanas mayores en las labores del hogar. Para la época, era condición “sine qua non” aprender y dominar a la perfección el arte de cocinar, lavar, planchar y limpiar de manera inmaculada el hogar.

El Rubio era uno de los poblados más pequeños de la región, razón por la cual, sus pobladores tenían que trasladarse a Magua para recibir atenciones médicas u odontológicas. Ana Rosa o Nena no era la excepción, y es así, como conoce a nuestro Padre, Vitalino Ferreira Gómez, quien regenteaba la tienda más grande de este último poblado.

Cupido se encargó de “flechar” sus corazones, y el 29 de Mayo de 1939, siendo prácticamente dos mozalbetes, pues Mamá aun no había cumplido los veinte años y Papá apenas tenía 21 años de edad, unieron sus vidas para siempre a través del sagrado vínculo del matrimonio. Se quedaron a vivir en Magua, donde nacieron sus primeros vástagos.

En el año 1944, nuestros padres emigraron a este pueblo de nuestros amores, y se establecen en una humilde casita, ubicada en la calle Duarte, en Sibila. Allí nacimos cinco de los hijos de esta bella unión matrimonial. Posteriormente, nos mudamos a la Duarte No. 40, donde nació Miguel, el más joven de los nueve hermanos.

¡“Nueve muchachos”, dirán ustedes! ¡“Y pocos me los hallo”, diríamos nosotros! Esto así, porque en el inmenso corazón de Madre de nuestra progenitora, aun quedaba mucho amor para dar a otros siete hijos que no llevó en su vientre, pero los crió con igual esmero y los mimó igual que si los hubiese concebido y traído a la luz de este maravilloso mundo.

Como se podrán imaginar, dilectos amigos, fueron tiempos muy difíciles y de muchas precariedades. Afortunadamente, en nuestro hogar, la comida nunca faltó y la asistencia a la escuela, la educación formal, siempre tuvo prioridad A-1. Pero, ¿Cómo se hacía nuestra Madre para administrar el tiempo? ¿Cómo podía atender “este reguero” de muchachos, limpiar la casa, lavar, planchar, cocinar y ser esposa, a la vez? Siendo justo, debo admitir que nuestra Tía Talla y Lourdes, nuestra hermana mayor, le ayudaban en las labores domésticas, pero… ¡Dios Mío! ¿Cómo se hacía?

Mirando las cosas en retrospectiva, estoy convencido de que el ejemplo de Mamá, la entereza con que enfrentó las adversidades, en esas etapas felizmente superadas con el trabajo tesonero y con decoro, sirvieron para fortalecer nuestro carácter. Para hacer de nosotros, sus hijos, guerreros que no se rinden, pues aprendimos a muy tierna edad, que el acero, se templa en el fuego ardiente…

Con el devenir del tiempo, Mamá, Doña Nena, asumió y desempeñó un rol de vital importancia. El rol de dar a sus hijos una esmerada formación hogareña, de altísima calidad. Desechó el boato, las fiestas, etc. para dedicar el mil por ciento de su tiempo a éste propósito, ¡y lo logró con creces! Con mucho amor, con mucha ternura, con abnegación, con paciencia, perdonando la más de las veces, pero también con disciplina y orden, hizo de nosotros, sus hijos, hombres y mujeres útiles a la sociedad y a la Patria. Nos inculcó valores, principios y paradigmas, que no sólo supimos asimilar, sino traspasar a nuestros hijos, sus nietos.

Como ya hemos dicho, el corazón de Mamá era una fuente inagotable de amor, de ternura, de abnegación. Sin embargo, nosotros la “molestábamos”, diciéndole que Fausto, quien siendo un niño, fue el primero en salir de casa por motivo de estudios, era su hijo preferido. Ella siempre lo negó y enfatizaba que nos quería a todos por igual. Con el transcurrir del tiempo, y en diferentes etapas, todos y cada uno de sus hijos debimos abandonar “la vieja casona de madera” por motivo de estudios superiores o laborales. Entonces, descubrimos que para Mamá, el hijo más importante, el que ella más quería, el que generaba sus desvelos, era el que no podía estar presente en una ocasión importante para la familia, o aquel, que su corazón de Madre le decía que estaba pasando crujías fuera del hogar, o en algún país lejano.

Siempre he dicho que representar a la familia Ferreira Azcona es el más grande honor que se me puede delegar. Así que cuando mis hermanos Norman y Lucía me informaron que se había decidido que yo elaborara la semblanza de Mamá, lo acepté sin chistar. Sin embargo, más adelante me hice consciente de la gran responsabilidad que había aceptado y decidí compartir la misma con mis hermanos. Así que le pedí a cada uno de ellos que me describieran a Mamá, en una sola frase. He aquí lo que expresaron:

- Norman: “Hacendosa, entregada y atenta a la marcha de su hogar”.

- Lourdes: “Una mujer virtuosa”.

- Estanislao: “Madre abnegada y sacrificada que se entregó por entero a sus hijos y esposo”.

- Fausto: “Trabajadora incansable, enseñanza hogareña a tiempo completo, sinónimo de paz, amor, y dulzura infinita”.

- Alfonso: “Un dechado de bondad, humildad y solidaridad”.

- Isaías: “Para mí es fácil describir a Nena Rosa: abnegación y entrega a su familia sin descanso ni reparos. Yo, que aunque no nací de sus entrañas siempre recibí trato y amor de hijo, podría referirme a muchísimos ejemplos para ilustrar esa gran cualidad de nuestra “Vieja”, como le decíamos con cariño, pero me limitaré a estas”.
“Cuando crecíamos en nuestro Mao, el invierno se hacía sentir, hasta el punto que debíamos usar abrigos. En innúmeras ocasiones, de madrugada sentí que alguien me acomodaba la “frisa” sobre el lomo. Era la Vieja en su papel de celadora haciendo su ronda para asegurarse de que no estuviéramos expuestos al frío”.
“Cuando comenzamos a abandonar el nido para estudiar fuera y solo volvíamos de vacaciones, en los días anteriores al momento en que debíamos partir no había abeja más ocupada que la Vieja. Su preocupación iba desde si teníamos medias o pasta de diente suficiente para el tiempo que íbamos a estar sin volver, hasta prepararnos conservas de pepinos y dulce de cortado y de naranjas en almíbar. El día en que nos íbamos, generalmente a las 4 de la madrugada, ya la Vieja estaba levantada a las 2, dando los últimos toques y cerrando la caja surtida con todas las amenidades que servirían de neutralizadoras a la mala alimentación a que estaríamos expuestos fuera del nido. Debo agregar que las conservas de pepinos y el dulce de cortado eran su gran regalo, el cual seguimos llevando como un gran tesoro a nuestros hogares después de casados, superado en calidad y valía solamente por el amor y dedicación con que ella lo elaboraba. ¡Ah, vieja, cuánto daría por besar tu frente una vez más!”

- Freddy: “Un ser humano lleno de amor y de humildad, que nunca se aferró a cosas materiales. Recordaba de memoria los cumpleaños de sus hijos, nueras, yernos y nietos. A todos agradaba con un regalo en su fecha natalicia”.

- Vilerca: “Mamá fue una mujer de fe inquebrantable, practicante firme y entusiasta de su amor a Dios, lo que trató de inculcarnos a nosotros sus hijos”

- Miguel: “Sinónimo de comprensión, entrega y amor sin límites para todos nosotros”.

Me solidarizo completamente con todas las definiciones de mis hermanos, pero no puedo dejar de dar mi propia definición: “Mamá fue una mujer valiente, de una fortaleza y determinación extraordinarias, que su aparentemente frágil contextura física disimulaban o enmascaraban. Ella nunca aceptó un “no” por respuesta. Cuando se trataba de un reto, un problema o una adversidad, Mamá era obstinadamente perseverante y no cejaba un instante, hasta resolver a satisfacción la situación confrontada”.

Debemos agradecer al Altísimo por habernos dado a Ana Rosa, a Doña Nena, a nuestra Adorada Vieja como Madre y concedernos la Gracia de disfrutar de su presencia física y ejemplo de vida por 82 cortos años. Me hubiese gustado que Mamá viviera por siempre a nuestro lado, así como vive permanentemente en nuestro recuerdo y en nuestros corazones…

Asimismo, deseo felicitar al Honorable Comité de Historia de Mao, Inc. por esta bella y atinada iniciativa de honrar, en el Mes de las Madres, a tantas heroínas anónimas que no sólo “son las únicas que dan hombres al mundo”, sino que por iniciativa propia asumen un rol de bajo perfil para forjarlos y convertirlos en entes productivos, útiles a la sociedad, a la Patria y al mundo. A nombre de nuestro querido Padre, de la familia Ferreira Azcona y todas sus ramificaciones, nuestro agradecimiento eterno por el altísimo honor de incluir a Ana Rosa Azcona de Ferreira en este selecto y distinguido grupo de mujeres ejemplares y honorables.

Mis felicitaciones a los hijos de Doña Dolores Rodríguez de Colón, Doña Luba Brea de Tió, Doña Teófila Gómez de Reyes y Doña Mélida Minaya de Crespo por este merecido homenaje a sus queridas madres, ante cuyo recuerdo y hojas de vida, me inclino reverente. Les ruego hacer mis congratulaciones extensivas a todos sus descendientes.

Por último, gracias a mis hermanos por la confianza de depositar en mí la responsabilidad de elaborar la semblanza de nuestra querida Vieja. Hacía mucho que quería escribir algo acerca de ella para publicarlo en el Blog Mao En El Corazón, pero la carga emocional era tan fuerte que prefería hacer como el avestruz… El asignarme esta responsabilidad, que repito, es el más alto honor que he recibido en mi vida, no me quedó otra alternativa que romper la inercia y dedicarme a “embarrar” estas cuartillas, que estoy consciente, se quedan muy cortas para describir satisfactoriamente a una madre tan amorosa, tan abnegada, tan dulce, tan humilde, tan entregada, tan sacrificada, como Ana Rosa (Doña Nena) Azcona de Ferreira.

NOTA: Dña. Nena se fue a su última morada el 11 de junio de 2001.

Semblanza preparada por los descendientes de Ana Rosa (Nena) Azcona de Ferreira y leída en el acto por el Ing. Francisco Fernando Ferreira Azcona.

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