jueves, 26 de febrero de 2015

FOTÓGRAFOS DE MAO

CLEMEN JUAN MARTÍNEZ


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Evelio Martínez rememorando a su padre, don Clemen Juan Martínez; esto en respuesta a la pregunta, ¿qué es lo que más recuerda de su padre?

Mi padre, don Clemen Juan Martínez nació un 22 de diciembre del 1898, en Canca la Reina, Moca. Era el segundo hijo de cuatro que tuvieron mis abuelos, Napoleón Martínez y Secundina Martínez. Eran primos hermanos y los dos eran nativos de Canca. Los demás hermanos eran: Ramón Luciano Martínez, Apolinar Luciano Martínez y Amantina de los Ángeles Martínez.

Don Clemen murió un 5 de octubre de 1959 en Mao, después de haber sido tratado de infección Pulmonar en la Clínica del Dr. Záiter, íntimo amigo de su hijo Pitico. Era fumador de tabaco en pipa y uno que otro cigarrillo. El lugar de su nacimiento fue para todos sus hijos y allegados su segunda patria y siempre íbamos de vacaciones y en Navidades, muy en especial en las fiestas Patronales de La Reina de Los Ángeles. Aquel pobladito era un núcleo familiar, todos éramos familia: los Martínez, los Alba, los Coste, los Sánchez, los Porrelo y otras familias que se me escapan. En el poblado se veneraba en una pequeña iglesia (ermita) a la Reyna de los Ángeles y mis tíos eran los encargados de la misma. Mi madrina Amantina era la responsable de los hábitos (cazuya, estola, copón, hostias, etcétera.) y mis tíos Virgilio y Marcos, clérigo y sacristán, respectivamente. Allí tuve el placer de conocer al que es hoy un destacado hombre de leyes, el Dr. Artagnan Pérez Méndez, quien asistía al Padre Bobadilla que venía de Moca a celebrar las misas y era como el Cuasimodo (jorobado) y era ya un hombre mayor.

Papá Clemen, como casi todos los hombres de esa época, procreó 16 hijos en diferentes mujeres y lugares, siendo los de mi madre los últimos. Cuantos episodios puedo recrear de mi padre y su familia.

Mi padre fue un estandarte que siempre exhibo en todas las manifestaciones de la vida y lo hago con orgullo y altivez en nombre mío y de todos mis hermanos. Hay muchísimos pasajes de la vida mía junto a mi padre. De niño, con apenas 11 años le acompañaba en su trajinar de fin de semana (sábado y domingo) a trabajar tomando fotografías con su cámara de cajón por los campos de Mao y Esperanza, en una que otra ocasión acompañando al Santo Varón Fernando Arturo Franco y Benoit, el Padre Franco. Él en su yegua "Morita " y yo en mi potranca "Nana". Eran los tiempos de las cámaras de cajón sostenidas por un trípode. No dudo que ella fue el sostén de mi familia por mucho tiempo. Mi padre cuando llegábamos a los lugares que visitábamos, me preguntaba delante de las personas que quería presentarme: ¿Qué usted va a ser cuando sea grande? Yo contestaba, ingeniero. Aún no había nacido en mi la vocación sacerdotal, de lo que él se ufanaba diciendo: "Voy a tener dos médicos, uno para el cuerpo (mi hermano Pitico ) y otro para el alma", que sería yo. Don Clemen era un hombre carismático dinámico, tenaz y emprendedor. Nunca ambicionó riquezas. Exhibía y mostraba con orgullo las cartas y postales que su hijo Pitico le mandaba de París, Francia donde hizo su especialidad en neurocirugía.

El cariño de papa se retuerce en mis recuerdos y aun siento sus manos peinar y rascar mi cabeza y llevo su ejemplo de hombre de fe como herencia eterna. ¡Cuántos recuerdos de papa podría plasmar en esta petición! Será material para otras narraciones.

Foto tomada del © Álbum Histórico de Mao. 1882-1982: 100 años de vida municipal. Por Francisco Antonio Bonilla y Manuel Rodríguez Bonilla. Agradecemos a los autores su permiso para usar la imagen.

3 comentarios:

  1. ¡Bonito testimonio! ¡Cuántos bellos recuerdos! Te felicito, Evelio.

    Un abrazo,

    Fernan Ferreira.

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  2. Que interesante narración, sobre todo por el amor conque se escribe.

    Antonio Mateo Reyes.

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  3. Evelio, estimado sobreviviente de lides patrias. No me extraña que hables así de tu padre, pues siempre has defendido los maeños valiosos y entre ellos figura Don Clemen, humilde, nunca rico, pero con dignidad acrisolada y eso lo transmitió a todos sus hijos, que son muchos, y no conozco ninguno delincuente ni degenerado, pues a veces, padres muy nobles, sin merecerlo, tienen hijos cuestionables. Dios te de larga vida a ti y los tuyos Saludos a ti, Cuqui y Papito Mármol, a quien no he tenido tiempo de leer, pues llevo una vida muy, muy agitada.

    Héctor Brea Tió

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